sábado, 19 de agosto de 2023

El bien del mal



Hay gente estúpida. Y su estupidez va más allá de sus actos.
Para no creerme un ser superior diré, que seguramente hay alguien en alguna parte que piensa eso mismo de mi.
Cosas, seguro, muchísimo peores. Como yo las pienso de según qué personajes.
Podría escribir un montón de frases que sirven de cabecera para definirnos mutuamente. 
Pero la verdad, hoy voy a vanagloriarme de mi ética personal y mi capacidad de distinguir el bien del mal.

De diferenciar actos estúpidos de gente estúpida. De actos malos o de gente malvada. De palabras necias a gente necia por naturaleza. 
Podría hacer una lista o elaborar un plan, pero es más fácil que todo eso. Todo radica en la facilidad que tenemos los humanos en inclinarnos hacia el lado equivocado de la balanza. 
Donde el ego nos cubre de todas las mentiras posibles que podamos crear. Cubrimos nuestra piel de falsa compasión cuando en realidad estamos hechos de puro egoísmo. 
Simples. Somos seres simples. Cargados de explosiva estupidez.
Al acecho. Siempre preparados, listos para demostrar de todo lo que somos capaces.

Pero no vine a hablar de mi. 
Por que,  pese a que me incluyo en la descripción de esos seres deformes venidos a menos en la tierra, nunca podré ni querré parecerme a ellos.

Por eso me encargo de solventar ciertos problemas que crean ciertas personas. Sin embargo, siempre deseo creer que estoy equivocado en mi diagnostico y reviso los expedientes una y otra vez. 
Empiezo las vigilancias y las persecuciones. Pero a veces, por desgracia, no hace ni falta. Porque son tan evidentes los hechos que los señalan que no puedo darles ningún tipo de clemencia.

Cuando estaba al mando de otros, no podía ser objetivo. Ni podía contradecir las órdenes. Me daban una carpeta con un nombre y una dirección. Y la solución.

Cuando me di cuenta que a veces los ''de arriba" perdían el equilibrio entre ''el bien y el mal'' por cuestiones poco éticas y acabaron pareciéndose más de lo que debían  a los seres que perseguíamos, decidí desaparecer. 

Soy como las sombras que caen al atardecer. Soy el frío que llega de golpe en una tarde de otoño. Soy el desenlace de cualquier historia.

Espero. Estudio. Y caigo como un halcón atrapando a su presa. Sin compasión.
Por que no puedo tener compasión con la maldad. 
La maldad es la carcoma de este mundo agonizante. 
Se debe erradicar. Por eso estoy aquí y por eso sigo con mi trabajo. Sin ningún líder ni jerarca que pueda utilizarme para su propio propósito. 
Sin sesgos. 






9 comentarios:

  1. Ellos a un lado y nosotros en el otro. Son demasiados; no ganaremos la batalla.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Podríamos montar un tipo de escuadrón de la muerte...no sé. El tema ahora es que las opiniones son tan radicalizadas que nos mataríamos entre nosotros.

      Eliminar
  2. Es complicado dar ese paso, tomar la decisión de ser juez y verdugo. De alguna forma pierdes la humanidad, te conviertes un poco en eso que persigues sólo que con una excusa un poco mejor..

    Pero, claro, ¿qué hacer si nadie hace nada?

    Nunca tengo una respuesta clara para esa pregunta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que es un arma de doble filo Beauséant...no creo que una cosa así pueda hacerse sin perder el norte. Y como dices la humanidad. ¿Dónde está el límite? y quién eres para tomar esa decisión...al final la línea es tan delgada cuando todo lo ves malo...
      Mi personaje tiene más ego y por eso puede hacerlo. A mi me falta ego y me sobra pena. No serviría, quizás por eso siempre invento este tipo de personajes...

      Eliminar
    2. Creo que me pasaría lo mismo, cuando luchas contra monstruos es muy complicado no acabar convertido en uno...

      Eliminar
  3. Depende qué tipo de maldad... no pierdo el tiempo ya con esra. En internet no discuto, lo tengo claro. Me parece perder el tiempo si la otra persona ya ves que no admite razones y solo quiere kmponer las suyas.
    En la vida real hace tiempo que esquivo bien a los malos. O que si se ponen pesados les saco los dientes y una torta sí se pueden llevar, tampoco se trata de esconderse.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Uhhh yo tampoco discuto en internet, bueno es que ya no hago comentarios donde lo que se dice no estoy en absoluto de acuerdo. Ya no puedes hacer ni comentarios educados que te saltan a la yugular así que ya no me meto. Me da igual.
      Y bueno, yo hago como tú, tampoco me escondo. No busco problemas pero si me buscan me encuentran.
      Un besazo Sergio!

      Eliminar
  4. No se puede tener una opinión diferente ni en internet ni en persona, pero ni con cosas tontas. Y aún peor, no se puede tener razón porque van a ir a por ti. Un ejemplo tonto, pero creo que representativo.
    En vacaciones, en mi ciudad, todo el mundo diciéndome que qué calor debía de hacer en Madrid, yo les respondía que para mí insoportable, que qué gusto llegar. Entonces, para no ser menos, para quitarme la razón de lo que sea que ellos pensaban que yo tenía, me decían que allí también hacía muchísimo calor, un poco más, y peor que en Andalucía. Como si 23 grados se pudieran comparar con más de 35. Se empieza llevando la contraria por todo, se continúa yendo contra la ciencia confirmada y se termina convirtiendo a una víctima en culpable.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estamos en una época muy difícil para conversar. Antes nos enseñaban a tener comprensión lectora, nos enseñaban en ética a discutir sobre un tema...Y ahora parece ser que todo eso se ha perdido. Que la opinión es única y verdadera y según de que cosas no hables que te quedas sin amigos...
      Para mi es una pena todo, la verdad.

      Eliminar