viernes, 29 de enero de 2021

Pactar con la Realidad

 


En su día cerré dos blogs de golpe y creé un híbrido de los dos.
Eran blogs/diario privados. Porque  a veces escribir y saber que me lee alguien que me conoce personalmente me condiciona. Es así. 

Así que en el 2014 creé ''Pactar con la Realidad''.
Qué buen título !! es cierto... cada día pactamos miles de cosas en nuestra vida diaria, para ser un poco más felices, para sobrevivir.

Maman Boheme estuve a punto de asesinarla varias veces durante estos cinco años. Estoy contenta de no haberlo hecho, porque me hubiera arrepentido. Le tengo mucho cariño a este blog y a la gente que se pasa por aquí. La verdad es que soy de apegos y me encariño mucho con las personas. Aunque no las conozca cara a cara. 
Pero siento que necesito cambiar alguna cosa. Y ese título me viene al dedillo.

Hoy pacté con mi Otro Yo...ese ''yo'' triste y melancólico que no me sirve de nada. 

Pacté con él y le pedí que me dejara margen de maniobra. De hecho le pedí que se tomara unas largas vacaciones. No puedo hacer frente a este año si me atrapan esos días en los que metería la cabeza en el horno o no saldría de la cama ni que las llamas la rodearan.

Quiero volver a ordenar mi día a día.
Quiero encajar todas las piezas que faltan en este puzzle que es la vida. Quiero que todas se vayan recolocando lentamente. He perdido piezas pero como por arte de magia van apareciendo otras que se ajustan con leves toquecitos.  

Ahora siento más de lo que escribo. A veces hasta me colapso y ni si quiera me fluyen las palabras.

Pero aquí estoy. Intentando tomarme un tiempo para escribir y aplastada por la realidad. 


...para ser feliz...hay que pactar con la realidad...

y ahí andamos todos...¿no?


domingo, 24 de enero de 2021

Juntar palabras


 


Hace mucho que no escribo en serio. Me duele no escribir. 

Escribo estupideces mayormente positivas en mis dos cuentas de Instagram. Pero odio Instagram. 

Aún así lo utilizo. Porque es una red diseñada para el móvil. Blogger está diseñado para sentarse delante de un ordenador. Y pareciera que he perdido la costumbre de sentarme y escribir. 

Me compro cuadernos y me digo una y otra vez que volveré al formato papel y escribiré un pequeño diario con fotografías bonitas y pensamientos negros. Pero los cuadernos siguen apilándose. Y yo sigo sin escribir. Quizás necesite incertidumbre y malas noticias para juntar letras. Quizás como siempre juntar palabras hace que la vida sea más fácil. Y la incertidumbre y las malas noticias menos malas valga la redundancia. 

Supongo que por eso estoy aquí hoy. Justo hoy. Porque aunque me haya propuesto seguir positiva en modo automático, como me dije hace muchos meses, a veces el miedo te atrapa. Y el miedo es algo que te atora, que te deja sin respiración en un rincón. Que hace que se te congele la sangre y te tiemblen las piernas. Que tambalees. Y hacía tiempo que esa sensación no existía en mi mundo.

Pero mi mundo se está volviendo resbaladizo.

Cuando el cáncer entra en tu vida y  en tu casa e invade tu espacio, todo se paraliza. La vida queda en suspenso. El futuro queda incierto. Volátil. Ya no hay futuro tangible. Hay futuro presente. 

Y es raro pensar en un futuro sin páginas llenas de proyectos. Se hace extraño. 

De pronto todo adquiere otra magnitud. Al principio, durante meses, no te das cuenta. Un día, de repente caes frente a frente con el miedo. Lo miras a los ojos fijamente, no parpadeas, no respiras, mantienes el aliento y lo sientes. Penetra en tu cuerpo, en tu mente en tu espíritu. No puedes correr hacia ningún lugar, no puedes escapar. Sólo puedes sentirlo. Debes dejar que invada cada rincón de tu ser. Debes saborearlo. Sufrirlo. Para volver a respirar. Para volver a ver.

Ver entre rendijas. Entre presentes. Siempre el presente.

Debes aferrarte a él. 

Quiero poder sentarme y escribir. Escribir como si de brujería se tratara, como si el teclado fueran brazos y piernas danzando alrededor de un fuego grande, anaranjado y caliente. Moviéndose al compás de un tarareo mágico, embriagador, conjurando hechizos. 

Escribir hace que todo lo difícil se vuelva fácil. Que la tristeza se calme. Que la furia se apacigue. Que la incertidumbre se diluya. Escribir hace que seas la presa que abre sus compuertas en tiempos de lluvias que no cesan. El río que se desborda. El huracán que todo lo arrasa.

Y al día siguiente ser el sol que todo lo ilumina. La claridad que da esperanza.