Ayer vi "El Guasón" (Joker).
La foto que elegí es para mí la que mejor define el estado de ánimo del personaje, de la película y de mi misma durante todo el film: tristeza y desesperanza.
No me siento identificada con él porque por suerte mi vida no ha tenido ni tiene nada que ver. Pero siento que millones de personas son/tienen un poco o mucho de este personaje.
Y los demás nos hemos acostumbrado a mirar hacia otra parte.
A mirar con asco o con desdén.
A sentirnos incómodos cuando alguien es "diferente". Hacer ver que no vemos.
A ser indiferentes.
Hay escenas que me generan ira. Porque odio las injusticias y porque odio la aparente "superioridad" de algunas personas. Ese tipo de personas (no hace falta que sean de "alto abolengo") que se creen más y mejores que otras. Quizás por ser blancas, por tener más estudios, por tener un buen trabajo, por ser más fuertes, por tener simplemente una casa...no sé...por cualquier estupidez.
Y están en todas partes también, como los que abandonan a sus animales de compañía. Tenemos la mala costumbre de pensar que los hijos de puta, la gente mala, están en otros lugares y que no pertenecen a nuestro entorno, a nuestra familia o amigos.
Pero la maldad está ahí afuera. Y por desgracia algunos la tienen dentro de sus casas.
Y son víctimas de ella.
Esta película me hizo pensar en cómo están de desamparadas algunas personas de nuestra sociedad. Una sociedad que se jacta de ser solidaria en redes sociales. Que sale a los balcones a aplaudir cada noche y tienen su momento de "la buena acción del día".
Pero ¿todos lo son realmente? ¿tan solidarios, tan comprometidos?
Arthur Fleck (Joker) en un momento determinado dice: No he sido feliz ni un sólo minuto de mi vida.
Y pienso justo ahora, cuando un tanto por ciento de la población se queja día tras día que se aburren en sus casas, en todos esos niños que viven con unos padres que los maltratan o que quizás quedaron varados en casa de un familiar que abusa de ellos. Niños para los cuales su tabla de salvación es ir a la escuela, niños que comen una vez al día gracias a esa escuela.
Mujeres que deben soportar la cuarentena con su maltratador, intentando minuto a minuto que nada haga de detonante para un nuevo enfrentamiento.
Eso no va a salir en las noticias. Porque no debe cundir el pánico. Pero sucede, aunque no lo veamos.
Esta película te hace pensar. Mucho. Quizás porque Joaquin Phoenix traspasa la pantalla y te hace empatizar con su dolor. Hace que sientas ese abandono que genera la desigualdad, las enfermedades mentales, ser el blanco de las burlas y de los golpes de los que se creen mejores que otro.
Cuando era pequeña me daba terror poder ser la niña de la que se reirían o a la que pegarían. En el instituto siempre había alguien de quien reírse. Era algo que yo no soportaba. Intentaba tratar bien y ser amiga de los que eran el "blanco fácil". Recurrí un par de veces a la violencia y a las amenazas para ser más fuerte. Sigo pensando que a veces hay personas que sólo entienden esa manera.
No justifico a Joker por convertirse en el peor enemigo de Batman. Hay personas que viven un infierno y no se hacen asesinas pero arrastran toda la vida un dolor que no les deja ser felices, nunca. He conocido personas así. Lo llevan en su mirada.
Esta película no te deja indiferente.
Arthur Fleck: ¿Has visto cómo es allá afuera, Murray? ¿Alguna vez dejas el estudio?
Todos solo gritan y gritan el uno al otro. Ya nadie es civilizado.
Nadie piensa cómo es ser el otro chico.
¿Crees que hombres como Thomas Wayne alguna vez piensan lo que es ser alguien como yo? ¿Ser alguien más que ellos mismos? Ellos no.
¡Piensan que nos sentaremos allí y lo tomaremos todo, como buenos niños!
¡Que no seremos hombres lobo y nos volveremos locos!