domingo, 29 de junio de 2014

Escribir sin sentir.





Miró la bola de nieve. Ya hacía un año.
Habían pasado tantas cosas desde entonces que la vida semejaba un tiovivo de emociones.
Escribir sobre sentimientos. Siempre lo hacía. Nunca los sintió.
Qué absurdo.
Hasta que le encontró.
Aquel ser le tocó el alma, se la rodeó con sus mágicos brazos y le obligó a escuchar.
Dicen que la belleza de las cosas está en la mirada de quien las ve.
De quien las lee. De quien se refleja.
De quien siente.
Mostrar el camino. Alejarse hasta comprender. Comprender que la vida te regala millones
de instantes especiales a los que simplemente debemos lograr agarrarnos sin esperar nada a cambio.
Sentir la magia de lo único. De lo especial.
Sentir que el corazón se envuelve de algodón y que las notas de piano de Debussy se mezclan, se clavan, se aprisionan en él y dejan un rastro de complicidad que sólo unos pocos sabrán ver.
Necesitar escribir para encontrar sentimientos inventados.
Dejar de escribir y palpar la luna reflejarse en sus manos, experimentar el calor de sus lágrimas.
Adivinar. Adivinarle entre sus letras.
El tiempo.
Ese abrir y cerrar de ojos que nos convierte en más viejos,en más sabios, en más pacientes.
O simplemente nos recuerda la aventura de abrir los ojos y ver.
De vivir de ilusiones.
De alargar el brazo y arriesgar por un simple instante.
Ver que es mejor amar desgarrándote el corazón que escribir sin sentir.









domingo, 22 de junio de 2014

Gotas de sencillez.




Me fijo en las dos chicas sentadas al final de la cafetería. Es muy temprano. Pidieron dos cafés con leche y hablan muy bajito. Me fijo en ellas porque tienen un qué especial y porqué soy curiosa de naturaleza. La que me queda enfrente tiene la piel extemadamente blanca y los ojos muy brillantes. Parece que llore. De vez en cuando la otra chica la agarra de las manos. La consuela. 
El lugar es tranquilo. Yo me tomo mi cafetito...la taza ya me ha gustado...filosofía pone...qué graciosa...vuelvo a mirar a las chicas...no sé qué es...me hacen sonreír y estar triste a la vez...


Recuerdo el sábado pasado...una clienta de paso (chilena me dijo que era) a la hora de pagar, me miró con una sonrisa maravillosa y me dijo algo sorprendente...(nunca deja de sorprenderme la gente y llevo más de veinte años de cara al público).

-Gracias por esa sonrisa, por esa energía. Yo no sé si tienes muchos problemas o si eres la mujer más feliz del mundo, pero te doy las gracias por no incluirme en el precio tu mal día...

Y ahí me quedé yo...pasmada. Y hoy recuerdo esa frase...y vuelvo a mirar a las chicas...nunca sabemos que hay detrás de una sonrisa...de unos ojos llenos de lágrimas...quizás llore por amor...¿qué problemas se esconderán detrás de esos ojos preciosos?...cuántos quizás...
Y se me ocurre una bonita y trágica historia que tejeré en los próximos días... 


Y vuelvo a mi libreta...(donde todo lo apunto) y a mi cutrez de hacer fotos a todo...y leo el sobre del azúcar...y hoy estoy atontada...pero como siempre escribo tan pesimista...es mi manera...hoy me apetecía escribir sobre      "lo ordinario... que en el fondo...es extraordinario..." sobre las pequeñas cosas y los pequeños momentos.

Instantes de felicidad. Gotas minúsculas de pasión a la que añadir como el azúcar al café; a los minutos de paz que disfrutamos. Instantes simples y mundanos.

Sin pensar. Pongo atención a mi alrededor...Escucho una bonita canción.

Y llego a casa y les veo a ellos detrás del cristal sucio por la lluvia que cayó días atrás y que la pereza hace que todavía estén así...
Y sonrío porque la foto que quedó me encanta...



Su tranquilidad. Su paciencia. Su sencillez.

Y me recuerdo constantemente:

Nada es eterno. Nada es para siempre. Ni lo bueno ni lo malo.

Y todo es más sencillo de lo que parece.






lunes, 16 de junio de 2014

Mi...mío...






 Me doy cuenta, días como hoy, que vivimos en un mundo difícil, lleno de angustias, de desamor, de violencia, de miedos...estamos rodeados de maldad. Quien no crea eso, no vive en el planeta tierra. Un planeta donde las personas se cargan a sus propios congéneres por poder y por odio. Que no hay respeto alguno por ningún tipo de animal y que en nuestro quehacer diario está marcado por grandes tristezas. No sé qué esperamos las personas de la vida. Pero miras a tu alrededor y nadie aprende de los errores. Dicen que estamos en época de cambios parecido a la Revolución Industrial. No sé qué decir.

Estamos en una época estúpida. Donde seguimos como siempre. Donde caemos una y otra vez en la codicia y en la desidia de no hacer nada, de no querer hacer nada.

Donde los caprichos se siguen aconteciendo uno tras otro y donde los sentimientos y las vidas continúan siempre dentro de ese juego.
Queremos ser distintos, queremos ser felices. Vivimos o mejor dicho, no vivimos, porque prima nuestro deseo de tener siempre más. Ese sentimiento poderoso de poseer. Como nuestros posesivos: mío, mío, mío...mi coche, mi casa, mi marido, mis hijos,  mi perro, mi...mi..mío, mío...y nada es en realidad nuestro...

Y quizás es lo que nos creemos realmente. Que todo nos pertenece, que tenemos el derecho absoluto sobre cualquier cosa. Y así nos pasa la vida. 

Simple. Yo no quiero ser así.