martes, 11 de noviembre de 2014

Silencio Frío.



Despertó todavía aletargada del frío aterrador de la noche. Le pareció caminar por calles de suelos empedrados que se hacían resbaladizos a cada paso que daba. Pero seguía firme en su camino porque algo le marcaba seguir. El ritmo de su corazón bajó los latidos hasta convertirse en un susurro en su cabeza, donde oía el pum pum resonar.Pero siempre bajo. Lento.
Los sonidos de la gran ciudad quedaban mitigados por cortinas falsas que apartaba con sus manos y éstas quedaban prendidas de miles de hilos semejantes a la tela de las arañas. Silenciosos y casi imperceptibles al sentir humano se pegaban a su piel en una sensación ensordecedora. 
La temperatura descendió unos cuantos grados más y un escalofrío le recorrió la columna vertebral.
Arropada por muros infranqueables de calor sentía traspasar sus entrañas con la voraz entrada de la madrugada. Nada le detendría ahora que parecía un fantasma vagando por la ciudad vieja y decrépita que ascendía a sus pies. 



Miró a su derecha y a su izquierda. La pasividad del mundo la conmovía. Ojos nostálgicos de vidas anteriores que no aprendían el arte de la desobediencia. Y seguían en la condescendencia de pasar sus días bajo el miedo de represalias. Su premisa era seguir el camino marcado por el frío nuevo de noviembre que ahonda en lo más profundo del ser, por empezar a confabular contra el cuerpo y el ánimo. Pero ya nada adulteraba su esencia.
Lo encontró antes de lo que esperaba. Sonriente y arcaico. Con sus miles de años anidados en su alma rota. No la esperaba y el corte fue limpio. Pero el cimbreo de su mano dejó una fea cicatriz.
Lamentó su ira inapropiada al momento y no quiso deleitarse en la muerte improvisada de ese ser ancestral. El asesinato estaba penado aunque fuera justicia fiel  a sus sueños más antiguos.
La sangre impregnaba su ropa blanca y sus ojos desorbitados empezaban a abrirse al delirio de lo insólito de la paz que reinaba a su alrededor. La ciudad dormía plácida y capitulaba finalmente al silencio.
Y eso era lo que ella necesitaba.El frío del silencio.