martes, 17 de enero de 2023

El tiempo X


 

Quizás mañana cruce mal la calle o alguien no respete el paso de peatones, nada más fácil en este país y muera atropellada. Quizás el corazón me juegue una mala pasada y me deje de latir. Estoy en esa edad ideal. Siempre es posible que muera antes que tú. Nadie te dijo que no era probable. Pero piensas como ingeniero, tus números y tus estadísticas prevalecen sobre cualquier otra explicación. Yo me quedaré y tú te irás. Cada día es un día menos y no sé muchas veces como ser mejor. Como comprender tu ironía. Como entender tu relación con la vida.  Y tu paz con la muerte. Nos creemos eternos, los accidentes o las enfermedades nunca van con nosotros. No están en nuestras agendas. Y cuando tienes que incluirlos te desbarajustan la vida; el presente y el futuro. Tener un tiempo X no es como en las películas, donde el protagonista se va de viaje y disfruta de lo que le queda. Donde su entorno se diluye en colores pastel y todos son amorosos y complacientes. Donde las sonrisas genuinas te abrazan y te acompañan. El tiempo X se acomoda entre turnos de infinidad de pruebas. De esperas ansiosas de resultados. De rezar a la nada. El tiempo X transcurre como hace dos años atrás cuando todo empezó. Pero con duración de caducidad invisible. 


lunes, 9 de enero de 2023

DECISIONS...DECISIONS...DECISIONS...





Cualquier cosa que hacemos depende de una decisión. Hasta lo más simple. 
Beber un vaso de agua, ducharnos, cruzar la calle, responder una llamada, pasear el perro, comprar. Todo conlleva una decisión aunque sea automática. Y esa decisión nos cambia el rumbo de la vida.

Para mi no hay decisiones buenas o malas. 
Las buenas te ayudan y las malas te hacen aprender. Pero no podemos escapar de ellas. Las importantes te marcan; te guían hacia algún lado o te estancan. 

En 2016 me lié la manta a la cabeza y tomé una decisión. No en un segundo, ni en quince minutos ni en horas...fueron años... La oportunidad se mezcló con una especie de huída, ahogo o tristeza que arrastraba mi vida.  O toda una vida. 
No. Mi vida no era mala. Mi vida era como cualquier otra. 

Tenía todo lo que uno necesita. Pero a veces en esa vida presente pesan más las cicatrices. Y yo tenía muchas. Demasiadas. Las sigo teniendo. 

No creas que por vivir en otro lugar los costurones desaparecerán. No. La mierda siempre la llevas contigo, como bien dicen por ahí, cargándola como una mochila. Una mochila que no se despega de tu espalda si no haces nada por aligerarla.

Así que decidí cerrar una vida de 45 años para empezar otra nueva en la otra punta del mundo. Diez mil kilómetros me separaban de todo. 

El trabajo que me esperaba duró poco tiempo. El caos de una ciudad gigante me engulló. El ruido del tráfico hizo que me pasara tres meses sin dormir más que tres o cuatro horas al día. Que me levantara de mal humor. Mis amigas no entendían mi decisión y cada vez que hablaba con alguna me decían: puedes volver. Y sí. Es obvio. ¿Pero y si no quería? Y ¿si mi decisión era adaptarme para no volver?

Adaptarse a otro país no es nada fácil. No tienes amigos, referencias...no tienes nada de nada. Sólo las ganas de tener otra vida. Siempre mejor de la que tenías, claro está. 

Ser europea en Buenos Aires ayuda mucho. Sobre todo ser española. Los argentinos aman todo lo relacionado con España. La mayoría son descendientes de emigrantes que huyeron de las guerras. 
Eso siempre fue un plus. Y que son todo amabilidad.

En el 2018 en unos de esos propósitos de Año Nuevo decidí que debía cambiar mi mentalidad y dejar de ser esa especie de bicho solitario que parece que no necesita a nadie. La verdad era que me hacía falta tener mujeres a mi alrededor,  ir a desayunar, hablar de pavadas, compartir. 
Me di cuenta que extrañaba toda esa vida social tan intensa que tenía en el Maresme. 
También un nuevo trabajo, hacer las paces con esta ciudad y tener un hobby que me ayudara a pasar el tiempo que tenía sola. 
O lo conseguía o me volvía. 

Está claro que si aún estoy aquí en el 2023 es que conseguí lo que me propuse. 
En el camino se quedaron muchas cosas, que por ser como soy, no recuerdo si es que no me siento delante del portátil y me exprimo el cerebro. Porque lo malo siempre queda en algún rincón escondido. 
Soy positiva aunque  no lo parezca. Pero lo soy porque a base de pensar y escribir lo que no me gusta sale la parte que busco: la parte buena de las cosas. Las que valen la pena. 

En este viaje que hice a mi casa hace dos meses me di cuenta de lo adaptada que estoy aquí. Tan adaptada que se me hace cuesta arriba pensar en que quizás, quizás deba volver.  Eso también hace que siempre ande a la deriva. Sin un proyecto a futuro. Viviendo el día. Y algunos pensarán, caray! lo que todo el mundo anhela! vivir el presente. 

Pero vivir el presente tiene sus desventajas. Y más cuando ya empiezas a ser una "señora mayor" a la que encontrar un trabajo nuevo no le será tan fácil. 
Y han pasado siete años. Que se dice pronto. 
Donde todo cambia a una velocidad terrorífica. Donde tus amigas ya no lo son o cambiaron tanto que no tienes nada que decirte. Donde estabas acostumbrada a una vida que ya no te pertenece. Que no existe.
Donde debes empezar de cero. 

Es volver a emigrar. A construir de nuevo una cotidianedad. A crear monotonía. Rutinas. 
Porque por mucho que odiemos los humanos nuestra vida diaria, sin ella, sin esa zona de confort que nunca valoramos, estamos perdidos. 

Todavía falta para tomar esa decisión. Pero es algo que está ahí. 

Cada día me encuentro a alguien que me mira con sorpresa. Alguien que desearía irse a vivir a España, así sin pensarlo. Alguien que tiene un amigo, hijo, hermano que se ha ido. Que "me afirman" que allá se vive muchísimo mejor. Que no pueden entender que yo esté aquí. No es broma. Es casi a diario. 

Luego están los que nunca se irían y que siempre trabajarán para conseguir una Argentina libre de ladrones. Para conseguir un futuro mejor para sus hijos. 

Yo no sé qué futuro habrá aquí si sigue el populismo pero tampoco sé qué futuro habrá en la Europa de las guerras. La verdad que el mundo está complicado en todos lados. 
Encontrar un hueco y hacerte una vida depende de muchas decisiones. 
Esas decisiones que te quiebran la cabeza que te ponen triste o alegre. 

Igual me quedo con este tipo de decisiones que no son "de vida o muerte". 
Son para seguir adelante.