lunes, 29 de julio de 2013

Un Cuervo y Un Pasamontañas.


-¿Qué le sorprendió?
-Sus ojos. 

-Eran fríos, malvados…calculadores…
-No. Eran  cercanos. Cálidos. Amables.

-¿Recuerda algo más?
-Su sonrisa. Iba a juego con los ojos.  Su sonrisa era dulce.

El policía cubrió el cuerpo con una sabana. Él la miró con el ceño fruncido por  última vez.  En pocas horas las cuencas de sus ojos iban formando unos surcos oscuros hacia dentro. Su piel se había vuelto blanca y un hilillo de sangre resbalaba de sus labios. Aún con la sabana cubriéndole el cuerpo, podía adivinar sus formas  pequeñas.  Recordaba su expresión…pero empezó a olvidar sus rasgos.  Eran pequeños también. Sus manos. Las recordaba. Eran muy blancas y muy pequeñas, pero parecían tener una fuerza sobre natural al sostener  el arma. El arma parecía tridimensional en sus manos.

-Usted la conocía…

-Del barrio sí…-y se oyó decir a sí mismo, lo normal que era, lo buena persona que parecía, lo educada que siempre era…no dijo que siempre que se cruzaban le dedicaba una sonrisa.

Los demás vecinos empezaron a salir de sus casas. Susurraban, cuchicheaban, se acercaban, retrocedían. Revoloteaban. Cuales cuervos. Con ojos  de desprecio. Como alimañas. Alimentándose del horror. A algunos les preguntaron. Volvían a susurrar. Hubo alguien que levantó un poco la sabana. La policía los apartó.

Empezó a marearse.


Y la vio a ella unas horas antes. Enfrentarse a ellos. David contra Goliath. 
La vio levantar el arma sin vacilar
Le vio entonces a él, reírse, mirarla con desprecio. Recordó sus palabras. No las repetiría. La vio sonreír.  Y la vio disparar. Disparó primero contra “Goliath” y luego contra la mujer que estaba a su lado. Y al otro lado estaba la pequeña.

Disparó a la cabeza. Sin vacilar. Dos tiros. Uno a cada uno.

La sangre salpicó su cara.

La pequeña no se movió. Y juraría que su semblante se relajó. Lo juraría ante Dios, pero no lo haría. La pequeña le sonrió. 

Justo empezó el caos. Los gritos y las carreras.

La policía llegó demasiado rápido.
Ella, aún sostenía el arma. Y parecía mucho más grande de lo que era, en sus manos.

Los cuervos revoloteaban en las terrazas, en las esquinas. Los cuervos estaban en todas partes.
Acechando.Alguien corrió hacia la pequeña.  

Ella se lo dijo. Le avisó.
Nadie jamás hará nunca nada. Nadie la ayudará. Sólo hablaran cuando sea demasiado tarde.

La gente son como cuervos. Puedes unirte a ellos. O ser diferente.
Y le dio el pasamontañas.

–Esta vez no voy a necesitarlo. Pero quizás algún día tú  lo hagas.

En ese momento no la entendió.
Y lo guardó. En una caja.
Pero con el tiempo aprendió.
De vez en cuando tenía que utilizarlo. Era necesario.

Siempre recordó su expresión. Era dulce, era encantadora. 




10 comentarios:

  1. Desgraciadamente las víctimas se acaban convirtiendo en verdugos en un portentaje muy alto de casos. Para llegar a ciertas cosas hay que haber pasado por un verdadero infierno.

    Y el que no lo pasa no es capaz de comprenderlo.

    Luego estamos los que lo superamos. Y aunque parezcamos negros no lo somos... ni tenemos alas.

    Un beso.

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  2. Tienes razón, toda la razón Sbm.
    No se puede comprender según que cosas,que acciones y que actos...
    No podemos juzgar porque no podemos comprender ese dolor.
    Podríamos llegar a empatizar pero empatizar no es sentir.

    Y en esta vida todoooooo se supera, todo. Pero las marcas son infinitas, son para siempre.
    Tener alas...estaría bien...¿no?

    Un abrazo!! ¿con cosquillas?? :)
    petonssssss

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  3. Has logrado una crónica negra en pocas líneas. Una niña asesina y un matrimonio oscuro, tan oscuro que su propia hija agradece con una sonrisa a la justiciera. Quedan dudas flotando, como en todo relato que se precie. La asesina también muere... ¿se habría suicidado?, ¿la hija agradecida había tomado venganza?, ¿habría sido alguno de los vecinos?, ¿la habría matado el misterioso personaje que habla con el policía?... ¿cuál habrá sido el motivo del crimen? ¿habrá sido una venganza? ¿se lo había "encargado" la pequeña hija? ¿habría buscado justicia?
    Muy interesante relato cargado de perversidad y morbo.
    Un beso grande

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    1. Hola Alejandro!!!

      Podría variar algunas líneas, seguramente se entendería mejor...pero...creo que lo dejo así...es lo que tu dices, quedan dudas flotando, pero...
      prefiero que cada cual se imagine su propia historia o la historia de las dos mujeres-niñas... revelar más, sería revelar secretos que pueden dar lugar a otro relato.
      Perverso...si. Lo es. Aunque lo real siempre supera la ficción...

      Muchísimas gracias por tu ayuda.
      Besos!!
      MB.




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  4. Mam me has dado en la vena del gusto con este relato, me encanta!!!

    ¿Cuántas víctimas terminan convirtiéndose en victimarios? Por suerte no llevan esa estadística, porque creo que si lo hicieran, el resultado nos pondría la piel de gallina...

    Petonets maca (esta vez dicho con conocimiento de causa jejeje)

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    1. Lauraaaaaa!!!

      nos pondría la piel de gallina y a lo mejor habrían menos chungos en el mundo...pero como eso no podemos saberlo...mejor dejarlo en el aire...

      Muchas graciassssss!!!! me emociona que te gusten mis relatos....gracias guapaaa!!
      y nos vemosssss por ahíiii!!! je,je
      Besossss

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  5. Qué escalofrío... a estas historias nunca se acostumbra una...
    Claro que no se sabe cual será más escalofriante si la que has contado o la que vivió antes para llegar a ese punto...

    Bss

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    1. Nunca nadie puede saber del sufrimiento de los demás. Nunca sabremos de verdad quien es la persona que tenemos al lado y lo que ha vivido.
      Hay gente más fuerte y otras menos...
      Todas las personas tienen historias.

      Un besazoooo!!

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  6. Es curioso que en los tiempos que vivimos esto nos resulte hasta normal, una pena

    Me ha gustado
    Oye que me quedo a acompañarte
    BESITOS

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