Pablo trabajaba en una fábrica que cerró hace mucho tiempo. Tenía un piso alquilado. Nunca le dió el sueldo para poder compar uno. Vivía. Y ya. Con la devaluación el dinero de la pensión ya no daba para pagar el alquiler así que metió cuatro cosas en dos bolsas y dejó su casa con todos los recuerdos de su vida. Su mujer ya no vivía y no tenía hijos. Su perro murió hacía un tiempo y eso lo alegra.
El primer día en la calle fue un infierno y no durmió en toda la noche, ni la segunda ni la tercera, ahora duerme unas horas solamente. En menos de medio año envejeció diez años más. Así es la vida: me dice. Durante el día y parte de la noche se la pasa viajando en el subte, ahí se siente acompañado y no hace frío. Luego se sienta dentro de un cajero automático durante horas. Se compra una botella de coca-cola que le llena mucho la panza y a veces chocolatinas. No pide dinero a nadie, pero a veces alguien le da algo porque lo ven ahí sentado en la calle con la cabeza gacha. Como yo.
No me veo como un indigente, me dice. Yo tampoco la primera vez que lo vi. Con su bolsa de alimentos, su camisa limpia y planchada y sus zapatos lustrados. Ahora ya no va limpio y todo lo que tiene lo lleva puesto.
Se me parte el corazón cuando lo veo pasar mientras yo paseo a mis perros. Cada vez que nos cruzamos sonríe al ver a Chinchu, mi perro pequeño; que es muy gracioso.
A veces salgo a la calle con quinientos o mil pesos por si veo a Pablo. Ya sé que no le arreglaré la vida. Pero es eso o nada.
Me gustaría que las personas fueran como los perros. Los sacas de la calle, los alimentas, les das un baño y un poco de cariño y les buscas una casa de adopción para que vuelvan a tener la vida que se merecen. No sé si Pablo se merece otra vida mejor. No sé qué vida tuvo ni si fue una buena o mala persona.
Un perro es más fácil. Lo cuidas, te mira y te puedes imaginar la vida de mierda que tuvo según su comportamiento.
Las personas también tienen vidas de mierda pero no estamos preparados para hacer nada. No puedo llevarme a este señor a casa. Ni a Ezequiel.
Ezequiel vivió durante unos meses en una esquina de otra calle que está en el recorrido que hago con mis perros. Ezequiel tendrá unos veinte años, argentino, siempre vivió en la calle.
Durante el tiempo que estuvo ahí le llevaba el desayuno y la cena. El almuerzo se lo llevaba otra chica que trabajaba al lado dónde él dormía. El segundo o tercer día que lo vi, me decidí a llevarle un café y unas medialunas y le pregunté qué prefería, si café u otra cosa para el día siguiente. Me dijo que leche con chocolate. Sentí dolor.
Maduixa se le acercaba y le daba lengüetazos y él la abrazaba. Maduixa es mi otro perro y ama a la gente. Creo que tiene un sexto sentido. Ama a las personas "de la calle".
Ezequiel no tenía todos los patitos en fila. A veces lo observaba. Se sentaba encima de sus mantas sucias y su pelo lleno de rastas y se reía y hablaba al cielo. Desapareció un día tal como apareció.
Pablo, Ezequiel y miles de ellos multiplicados por millones son el resultado de una política populista y de odiar al pueblo Argentino. Gobernantes que se jactan y gritan en sus discursos de ser patriotas y de amar al "pueblo" y de echarle la culpa a otros partidos políticos.
Pero lo cierto es que Argentina lleva décadas manipulada por unos pocos que la han llevado a la miseria y han conseguido que su gente mendigue por un plan de mierda, no tengan futuro, no tengan nada.
Que gobiernen provincias como si fueran caciques. Que se roben todo y más. Y que ahora se estén vendiendo sus recursos y sus tierras a los Chinos por cuatro dólares.
Es una tristeza este país hermoso y ver cómo lo despedazan para tener más dinero y poder. Y que la gente, esa misma gente que los vota no puedan verlo por ideología.
Yo no soy patriota ni nunca lo seré, nunca voy a mojarme por una bandera, ni por un partido político, ni por ningún país. Intento ver lo bueno y lo malo.
Por eso nunca entenderé a esos que van de ''patriotas'' y no ven más allá de su ideología de mierda que normalmente es heredada de sus padres. Esa ideología que no les deja ver cómo los engañan, como los manipulan y destrozan todo aquello por lo que dicen amar.
Es una tristeza ver el mundo al que nos vamos dirigiendo.
Salir a la calle y querer ser feliz no es algo fácil cuando ves tanta desigualdad y tanta indiferencia.
La vida es como una noria, y a veces bajas sin ser consciente de como ha sido.
ResponderEliminarEl problema mental de esos "patriotas" que mencionas, es que "cosifican" a los demás. No ven al ser humano que hay detrás de un indigente, tan solo ven una "cosa", un estorbo que afea su barrio o su ciudad.
No son conscientes de que ellos mismos pueden llegar a esa situación con tiempo y mala suerte.
Un besazo.
Ojalá esta gente tuviera esa mala suerte y probaran lo que es estar en la piel de personas que no llegan a fin de mes o que deben dejar su casa porque ya no pueden pagar. Que los sueldos no te alcancen para pagar un alquiler...Es que es desesperante lo que están haciendo todos los gobiernos del mundo pero este en particular es de película. No se puede creer😞
EliminarAcá en la Argentina el 40% de la población es pobre. Y luego del COVID la gestión del gobierno es cada vez peor. Educaron durante décadas a las personas para que no trabajaran o que sus trabajos fueran ir a las marchas a manifestarse por un subsidio de mierda. Y ahora se están quedando sin dinero para pagar esos millones de subsidios...es que bueno...es tremendo. La única solución sería a lo francés ...cómo María Antonieta...
Besazos Rodericus!!!!!
El estado del bienestar, lo llamaron. Cómo nos mintieron.
ResponderEliminarEs un cambio de era y la pandemia les vino como anillo al dedo a los gobernantes. Más miseria, más miedo, más control. No lo quieren ya este sistema...creo que no les gustaba que la gente viviera bien y prosperara...
EliminarAbrazo!!
Cada día nos van quitando un poquito más, de manera casi imperceptible, pero cuando vuelves la vista atrás es imposible no ver el engaño, pero no hacemos nada, asumimos sus discursos y bajamos la cabeza. El gran mérito de este sistema es su capacidad para generar convencidos, personas agradecidas con la suerte que han tenido...
ResponderEliminarTal cual Beauseant, al final uno piensa que no puede quejarse. Que está mejor que muchas otras personas y entonces no te quejas de lo que vas perdiendo. Pero al final vamos a perder todos, da bastante miedo.
EliminarAbrazo!!!
Yo también he conocido varios indigentes que no se ven como tales y en realidad es normal. Uno de ellos me agradeció una vez la conversación. Me dijo que más que la limosna que le daban, mi conversación le había hecho más bien porque había dejado de ser invisible un rato en el que estuvimos de charla y me contó una vida muy parecida a la del que cuentas. Totalmente de acuerdo, además, en lo de las banderas y los políticos. Pero vamos,que si hay quién se deja mucho dinero en los adivinos de las televisones, no me extraña que también se crean lo de esos señores políticos. Está claro que hay una gran cantidad de público deseoso de ser engañado. Un abrazo!
ResponderEliminarTodas esas personas a las que nombramos cómo indigentes, para poner un nombre a todo, un nombre a algo que "nunca creemos" que podría pasarnos a nosotros. Pero muchas personas que están en la calle ahora tenían un trabajo un techo y lo perdieron porque el dinero ya no llega a nada. Aquí la línea es tan fina que da mucho miedo. Y yo me enrollo a hablar con todo el mundo, será que ya me hice "señora mayor" y todo me resbala. El agradecimiento de estas personas se nota cuando les hablas y tratas como a cualquier "persona normal".
EliminarAquí la gente a parte de engañada solo piensa en el presente y no en su futuro.
Pan para hoy y hambre para mañana.
Y además cuánto más analfabetos mejor, más manipulables.
Abrazo Sergio!!!
Te comenté varias entradas pero en anónimo porque no me dejaba comentar con nada más.
Esa foto, Maman... Todas las tardes se sube en el tren en el que regreso a casa alguien pidiendo limosna. A veces dos y algunas, las menos, tres. En un trayecto que no llega a media hora. Sabemos que algunos cuentan mentiras, algunos venden alguna cosilla, otros no tienen cabeza ni humor para inventar nada. Si llevo algo de comida, les doy. No puedo hacer mucho más.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues espera Dorotea porque siempre dije que España va detrás de la Argentina a pasos agigantados.
EliminarAquí desde que subes hasta que bajas del tren o metro, la ola de personas vendiendo cosas o pidiendo es tremenda. Uno tras otro. Lo normal es que vendan cosas; chocolates, caramelos, lápices, mascarillas...hasta madalenas! Y no son indigentes, es gente "normal" que no tienen trabajo y algo deben hacer. En la calle ves chicas/os , señoras como tú o yo revendiendo cosas, carteras, pañuelos, lo que sea para salir adelante...
Este señor de la foto lo veo a menudo por dónde vivo y cada vez está peor y se me rompe el corazón.
No sé hasta donde puede llegar una sociedad con tantos pobres la verdad...
Un abrazo guapa